Valgrande-Pajares piensa ya en la próxima temporada. Te adelantamos su demandas.

Te vamos a contar todo esto

La estación asturiana pone broche final a una temporada en la que la mala meteorología acompañada de la tormenta mediática desatada en torno a la presunta mala gestión de la estación. Han supuesto un final de temporada muy poco halagüeño para unas instalaciones con mucha más historia de la que pensamos.

No se merecía Valgrande un final de temporada como este. Puesta en duda su rentabilidad desde hacía mucho tiempo, la estación ha visto como las dudas se multiplicaban como hongos ante la falta de precipitación. Ya estaba la decana de la Cordillera Cantábrica acostumbrada a este tipo de críticas, y las sorteaba como buenamente podía. El nuevo telecabina aparecía como su salvador despertando el interés de la administración en un instrumento que parecía ser la clave de la desestacionalización de las instalaciones.

Y entonces llegó la tormenta. Y no precisamente de nieve.

De pronto un accidente con una de las cabinas del flamante telecabina hace saltar todas las alarmas. El accidente, casi cuesta la vida a una trabajadora que se salvó in extremis. La plantilla reacciona con parones y huelgas para protestar por la mala gestión.

Y a la falta de renovación de la estación, con cañones de nieve que no se utilizan por falta de repuestos, infraestructuras y pistas que no se renuevan desde hace mucho más de lo que debería. Se le añaden los efectos de una dirección nefasta.

En este escenario, se solicita la comparecencia de la consejera de Cultura, Política Llingüística y Deporte, Vanessa Gutiérrez, que deberá explicar las intenciones del Principado para dar continuidad, o puntilla a unas instalaciones llamadas a ser el revulsivo económico de una zona empobrecida, como todas las antiguas zonas mineras, por la pérdida de población y la falta de inversión.

Las nuevas inversiones

Así las cosas, la intención de la administración parece ser la renovación del sistema de innivación artificial así como facilitar la apertura de las instalaciones durante todo el año. Cartas que se barajan en medio del huracán mediático que estos días, como decimos, salpica toda la prensa asturiana debido a una gestión más que deficiente de unas instalaciones que deberían haberse convertido hace años en una de las estaciones de referencia de la Cordillera Cantábrica.

Y con estas estamos a final de una temporada, donde la nieve ni se la ve ni se la espera. Quizá el declive de Valgrande sea una alegría para algunos. Sin embargo, la caída en desgracia de una estación como Valgrande, debería ser contemplada como una pérdida irreparable con un impacto económico y social difícil de cuantificar.

Si bien es cierto que la escasez de nieve en los últimos años no ha permitido grandes aspavientos en lo que a beneficios se refiere. La estación siempre ha supuesto una importante fuente de ingresos en una zona ávidamente necesitada de ellos. Ampliar su utilidad más allá de los meses invernales nos parece una fantástica idea. Sólo esperamos que quien se encargue de su gestión no la deje caer.

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