En un buen invierno, cuando la nieve cubre la estación y todo es un manto blanco hasta donde se extiende la vista, no hay ningún problema más allá del clásico madrugón para aparcar lo más próximo posible a la entrada o evitar las colas. Pero en temporadas como la que llevamos, cuando el blanco elemento escasea, una pregunta crece entre los aficionados al calor de la frustración: ¿porqué voy a pagar lo mismo cuando la estación está a medio gas? ¿no deberían las estaciones cobrar la mitad del forfait si se encuentran abiertas a mitad de servicio?
¿Has esquiado estos días en nuestras estaciones? ¿también te has ido a casa barruntando porqué has pagado el mismo precio de forfait si había menos de la mitad de las pistas abiertas? Hoy vamos a intentar responder a esas dudas que nos surgen cuando vemos que la oferta de nuestra estación no se corresponde con el precio del forfait… o eso creíamos.
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¿Realmente estás pagando por menos?
Pongámonos en contexto: hasta hoy, muchos usuarios entendemos el servicio prestado por la estación de esquí como si fuera un bien material. Como si estuviéramos comprando un coche. Lo lógico es que si compramos un coche con todas las ruedas, paguemos el precio completo, pero si compramos un coche al que le faltan dos ruedas, sin duda exigiremos un precio acorde.
Pero en el caso de una estación de esquí la situación cambia drásticamente.
En primer lugar, cuando pagas un forfait, no estás pagando un bien material, sino un servicio. Aquí está la primera diferencia, mientras que por un bien material podemos variar el precio en función de por ejemplo su antigüedad o el número de ruedas. En un servicio todo es distinto. Pagamos por el servicio independientemente de lo bueno que este sea, siempre dentro de unos límites. Por poner otra analogía, el precio de nuestro menú no sólo incluye la comida, sino también un camarero que nos pone la mesa, el mantenimiento del restaurante… etc

De la misma manera, el precio de tu forfait no te da acceso a un número determinado de pistas, sino a una serie de servicios entre los que se incluyen poder deslizarte por las pistas. De esos servicios la mayoría permanecen operativos incluso cuando hay falta de nieve. Entre estos servicios se incluyen el mantenimiento de los remontes, cafeterías, personal de emergencias y seguridad, monitores, alquileres de equipos, mantenimiento de maquinaria y un largo etc de piezas que componen un puzzle que rara vez podemos contemplar en toda su extensión.
Entonces ¿qué estamos pagando con nuestro forfait?
El precio del forfait debe entenderse como un pago por todos los servicios prestados por la estación de esquí. De esta manera, no sólo pagamos por las pistas que estén operativas, sino también por la posibilidad de utilizar otros servicios que si pueden estar funcionando al 100% en la estación, tales como cafeterías, baños, parkings… etc.
Estos servicios, como hemos dicho antes, permanecen abiertos y completamente funcionales, aún a pesar de que no haya nieve en pistas.
De esta manera, el precio de nuestro forfait incluiría los servicios mínimos de la estación, más la posibilidad de esquiar en las pistas que se encuentren operativas en ese momento. De ahí que deberíamos enfocar el concepto de precio de forfait, como el acceso a unos servicios mínimos. Y de esta manera, se explica que cuando la estación abre en su totalidad, el precio del forfait no sube.
El contexto del precio de tu forfait
Podríamos pensar, que cuando una estación de esquí permanece abierta por debajo del 100%, también se utilizan menos estos servicios ocultos y por lo tanto cabe la hipótesis de que cuando la estación no está abierta en su totalidad, los gastos fijos también son menores. Sin embargo lo cierto es que esto no es así.
Como en toda empresa, en una estación de esquí existen una serie de costes fijos y variables para mantener su funcionamiento. Dentro de los primeros, encontramos el mantenimiento de sus infraestructuras, salarios de trabajadores seguros y servicios básicos. En el segundo grupo, encontramos combustibles y electricidad, ambos con una factura dependiente de los mercados y que aunque suele ser predecible está sujeta a subidas y bajadas.

Aunque la estación permaneza abierta en un 20% los costes fijos deben mantenerse y aunque podamos recortar algo en los costes variables, lo cierto es que también hay gasto. Por lo tanto reducir el precio el forfait en función del número de pistas abiertas implicaría una reducción de los servicios necesarios para mantener la estación abierta en óptimas condiciones. Lo que no sería viable económicamente.
El precio de tu forfait no sólo incluye un número de pistas.
Para terminar, queríamos hacer especial hincapié en este concepto y es que tu forfait no sólo te permite bajar por las pistas, haya o no haya nieve, sino que también te permite usar unas instalaciones que requieren un mantenimiento a lo largo del año que no puede dejar de hacerse. Recordemos, por ejemplo, que las estaciones de esquí se encuentran en entornos naturales muy extremos y por tanto el desgaste de piezas mecánicas y estructuras suele ser mucho más acusado que en otras zonas.
Desglosar el precio del forfait sería una buena aportación, por parte de las estaciones para evitar que el usuario se fuera con la impresión de que esquía menos por el mismo precio. Pero sobre todo también nosotros debemos poner nuestro granito de arena y cambiar esta percepción materialista que nos impide ver más allá de la relación precio-número de pistas.